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Recontruisons le Collège de Nagpur!

Il y a déjà plus d’un an, le bâtiment du Collège de Nagpur (Inde) s’effondrait sous les pluies torrentielles de la mousson. Suite à notre dernier voyage en Inde, nous avons constaté l’évolution des travaux de reconstruction. Voilà l’état d’avancement

Actuellement, de nombreux enfants suivent leurs cours à l’extérieur faute de locaux provisoires pour les accueillir.

Selon les pronostics des Soeurs qui s’occupent du Collège, le bâtiment ne sera pas terminé avant 4 ou 5 ans si des participations financières bénévoles ne leur parviennent pas.

Nous lançons un appel à tous ceux qui peuvent participer à la reconstruction de cet édifice, indispensable à la bonne scolarisation des enfants. Si vous pouvez participer, n’hésitez pas à me contacter, à m’envoyer un message, à me téléphoner. Et, surtout, faites parvenir cet appel à tous ceux qui pourraient se joindre à ce projet de reconstruction.

Essayons ensemble de réduire le délai de construction.

Un grand merci par avance.

Xavier Fisselier

Incontournable: « Water » de Deepa Mehta

Si jamais vous n’avez pas pas vu de film de Deepa Mehta…

Pensée

« C’est une grande ignorance de croire que l’on doit courir du matin au soir et travailler à toutes sortes de choses futiles, afin d’accomplir quelque chose pour le monde.  »

Sri Aurobindo

Réflexion – « On rêve de miracles »

On rêve de miracles quand on est petit, on veut que toute la méchanceté disparaisse, que tout soit toujours lumineux, beau, heureux, on aime les histoires qui finissent bien. C’est là-dessus qu’il faut s’appuyer. Quand le corps sent ses misères, ses limites, il faut y établir ce rêve d’une force qui n’aurait pas de limite, d’une beauté qui n’aurait pas de laideur, et de capacités merveilleuses: on rêve de pouvoir s’élever dans l’air, d’être là partout où c’est nécessaire, de rétablir l’ordre quand les choses vont mal, guérir les malades; enfin, on a toutes sortes de rêves quand on est tout petit… Généralement, les parents ou les éducateurs passent leur temps à jeter de l’eau froide là-dessus, en vous disant: »Oh! ça c’est un rêve, ce n’est pas une réalité. » C’est juste le contraire qu’il faudrait faire! Il faudrait apprendre aux enfants: « Oui, c’est ça que qu’il faut que tu essayes de réaliser, et non seulement c’est possible, mais c’est sûr si tu entres en rapport avec ce qui, en toi, est capable de cette chose. Il faut que ce soit ça qui dirige ta vie, qui l’organise, qui te fasse te développer dans le sens du vrai réel, que le monde ordinaire appelle illusion. »

Il faudrait, au lieu de rendre les enfants ordinaires, avec ce bon sens plat, vulgaire, qui devient une habitude invétérée et qui fait que quand quelque chose va bien, immédiatement, dans l’être, il y a l’idée: « Oh! ça ne va pas durer!, quand quelqu’un est gentil, l’impression: « Oh! ça va changer! », quand on est capable de faire quelque chose: « Oh! demain, je ne pourrais pas le faire si bien »… C’est cela qui qui est comme un acide, un acide destructif dans l’être, qui enlève l’espoir, la certitude, la confiance dans la possibilité future.

Quand un enfant est plein d’enthousiasme, jamais ne jetez de l’eau froide là-dessus, jamais ne lui dites: « tu sais, ce n’est pas comme ça la vie! »

Extrait de La Voix ensoleillée – La Mère – Editions Sri Aurobindo Ashram, Pondichéry

Vicente Ferrer – El Periódico del 9/03/2009

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Vicente Ferrer: « Sin la ayuda de la gente sería un papel en el aire »

, Cooperante. Vive en la India desde hace más de 50 años ayudando a los pobres. Su fundación asiste a 2,5 millones de personas. A los 88 años sigue removiendo conciencias.

Vicente Ferrer. Foto: MAR JUNCAS
Vicente Ferrer. Foto: MAR JUNCAS
MARIBEL IZCUE

Nacido en Barcelona en 1920, Vicente Ferrer llegó a la India a los 33 años como misionero y logró el favor de Indira Gandhi para una causa que había despertado recelos. Se asentó en Anantapur, dejó la Compañía de Jesús y se casó con la periodista Ana Perry. La fundación que lleva su nombre tiene más de 150.000 colaboradores en España. Su vida, afirma, es un milagro.

–Viendo cómo ha transformado la zona de Anantapur, una de las más pobres de la India, uno diría que es usted capaz de hacer milagros.
–Toda mi vida es un milagro. Si yo estoy vivo, es por los milagros. Pero confieso que los milagros también se producen porque uno mismo toma cierta parte en ellos.

–¿Por qué eligió la India?
–La India me eligió a mí. En realidad, Dios me eligió a mí desde que nací para que viniera a la India. Me fue preparando durante años. Cuando desembarqué en Bombay, me gustó todo. Me gustaba hablar con gente a la que no conocía de nada, con campesinos, porque conmigo no tenían que esconder nada y me hablaban como lo que eran.

–Al principio su labor chocó con recelos e incluso se emitió una orden de expulsión, a finales de los años 60. Indira Gandhi intervino para que la orden no se ejecutara…
–Las palabras más dulces que se han producido en este mundo las escribió Indira Gandhi: « El padre Vicente Ferrer irá a unas cortas vacaciones a su país y volverá pronto. Será bienvenido otra vez ». Estas palabras son uno de esos milagros de los que hablamos. Yo los experimento. Los milagros siempre me han acompañado en la vida, a veces sin darme cuenta.

–¿Existe una fórmula para erradicar la pobreza?
–Es muy sencillo: repartir. Hay que enfrentarse a la pobreza, salir al ruedo y jugarse el todo por el todo. En su día lo hicimos. Durante una época no pudimos casi ni comer. Decidimos, de alguna manera, hacer ricos a los pobres.

–¿Por dónde empezaron?
–Repartimos el dinero que teníamos entre todos. Entre muchos campesinos que nunca habían tenido nada. Para ellos era como ser ricos. Ha habido grandes sistemas que han tratado de repartir y no han sabido cómo hacerlo: muertes, revoluciones… Aquí todo lo hacemos sin esfuerzo. El dinero que yo recibo me quema las manos, enseguida lo pongo en el banco a nombre de los niños y la gente. Nosotros somos millonarios en nuestros campesinos. Hemos heredado la pobreza del pueblo.

–¿Se trata de dar sin esperar nada a cambio?
–Lo que yo doy no lo quiero otra vez. A veces me preguntan: « Usted, que da tantas casas a la gente, miles cada año, ¿por qué no les cobra una renta? » Y yo digo: ¿para qué? Ellos han sufrido miles de años, trabajando por los demás sin cobrar. ¿Qué voy a pedirles? ¡Si con lo que yo les doy no se cobra todo lo que históricamente les hemos pedido! El día que hagan cuentas, Europa va a temblar.

–¿Qué hace falta para que el modelo de Anantapur se extienda a otros lugares con pobreza extrema?
–Primero tendría que convencer a todas las oenegés, y, claro, cada persona de cada oenegé tiene sus ideas, que a lo mejor son mejores que las mías.

–¿De qué manera le ha enriquecido la India?
–Yo estoy contento con lo que soy: pobre. No puedo ser rico. No lo puedo remediar. El dinero debería ser como el aire, debería repartirse entre todos los seres humanos.

–Ahora mismo, ¿qué es lo que más necesita la India?
–La ayuda, el apoyo de todo el mundo, pero sin pretender cobrar ningún precio a cambio. Ha de ser una ayuda noble, una ayuda que no confunda los problemas humanos y divinos.

–Desde el principio ha dado a su labor de asistencia grandes dosis de humanismo.
–Yo tengo una cualidad muy buena, y es que hago reír a la gente.

–A estas alturas, ¿hay algo que todavía le asombre de este país?
–La India es un gran asombro desde el cielo hasta la tierra, pasando por las montañas. Todo es asombroso, especialmente el mundo pobre del país, tan rico de corazón. Estas cosas no se encuentran fácilmente.

–Cuando era niño, ¿pensó alguna vez que llegaría a cambiar la vida a tanta gente?
–Yo quería lanzarme al mundo imitando a los grandes héroes de nuestra civilización, que dieron sus vidas por otros. Hay grandes héroes. Pero para verlos se requiere que los ojos no estén cerrados.

–¿Y qué hace falta para abrirlos?
–Recibir muchas palizas, y así despertar poco a poco.

–¿Se considera un revolucionario social?
–La palabra revolucionario es muy superficial…

–Entonces, ¿cómo se definiría a usted mismo?
–Sin el apoyo de todos los colaboradores, de la gente en España, yo no sería más que un papel en el aire movido por el viento.